Esta pretende ser la historia de quince supervivientes en un mundo devastado y plagado de zombis. Los protagonistas son familiares y amigos míos que habrán de interactuar para llegar hasta el último capítulo. Pero, irremediablemente, algunos de ellos se habrán de quedar en el camino.
(Esta es una sinopsis patrocinada por Doxma)

20 may 2016

12. A VECES NADA ES LO QUE PARECE

La luz del atardecer mengua con rapidez y con ella la temperatura exterior. Los colores de la aldea, que durante el día conserva cierta alegría a pesar de su abandono, comienzan a apagarse y aquellas casas se transforman al ocaso en un lóbrego cuadro de grises y negros.

Fran y A.B. se han alejado sin imaginar que los infectados que deambulaban por la orilla del río invadirán la aldea. Son concsientes de que no es un buen momento para caminar por allí, pero su idea es  liberar a la australiana del maletero y volver a la casa de Holden y Ángeles cuanto antes.

Mientras tanto, a pocos kilómetros de allí, Juan Miguel siente una punzada de terror cuando la puerta de la caravana se abre y golpea el suelo al caer.
Su primer instinto es el de correr al fondo del vehículo, pero en milésimas de segundo comprende que  ese error puede costarle su vida y la de Montse, por lo que se abalanza a cerrar la puerta.
Lo habría conseguido sin ningún problema si aferrando la manivela la hubiera levantado, pero es tal su estado de nervios que la pisa, y su propio peso le impide cerrarla.
Cuando quiere rectificar e intentarlo de nuevo, los zombis más próximos, que ya se han percatado de ese movimiento, se encaminan hacia él. De hecho hay tantos en las inmediaciones que uno de los que en aquellos momentos llega por un lateral de la caravana se arroja al suelo, poniendo las manos sobre la puerta y haciendo imposible el intento de cerrarla.
- ¡Montse!  – le grita- ¡Escóndete en los asientos, rápido!

Medio incorporada en esos momentos, Montse es testigo de algo que la deja petrificada: Juan Miguel sale al exterior.
Se lanza en un impulso asombroso, como el jugador de rugby que con la cabeza por delante y plenamente concentrado en llegar a su objetivo no se frena ante nada y empuja violentamente todo lo que interrumpe su carrera. Grita al mismo tiempo con todas sus fuerzas, por lo que toda aquella multitud de muertos que rodean la caravana giran sus cabezas hacia él. Montse aprovecha ese instante para ocultarse delante de los asientos.

A unos doscientos metros de allí, Carlos escucha ese grito y ve cómo la horda de caminates, incluso aquellos que van en cabeza y han pasado de largo, se detiene un instante para volver sobre sus pasos hacia la caravana. Comprende que tanto Montse como aquel hombre están en peligro y se muerde los nudillos, frustrado ante tanta impotencia.
Sin embargo, ve de repente  una posibilidad de ayuda. Si el barro es una trampa para los vivos, también lo será para los muertos.
Y, al igual que Juan Miguel,  Carlos empieza a gritar.

Grita enérgicamente, moviendo además los brazos, y el efecto es inmediato. Los zombis se despliegan en abanico hacia su posición, introduciéndose en el bancal. En las últimas horas ha recibido tal cantidad de agua que aquella tierra es un blando lodazal que va engulliendo a los infectados hasta las rodillas, incluso hasta la cintura.

Excitado por lograr una victoria tan sencilla, Carlos no cesa de gritar y moverse de un lado a otro, comprobando que ante sus ojos se van acumulando seres que extienden los brazos hacia él sin conseguir avanzar un solo paso.

Juan Miguel, que ha conseguido alejarse varios metros de allí, respira a grandes bocanadas oculto en una pinada. Se ha contusionado un hombro en uno de aquellos violentos choques contra los zombis, que con sus embestidas fueron cayendo al suelo.
 
Apoyado en un gran pino y alerta ante cualquier movimiento,   siente cómo el corazón le golpea el pecho.

Desde allí, escucha cómo el amigo de Montse empieza a cantar New York, New York  y le felicita mentalmente por tan buena idea para atraerles. Incluso los caminantes que le siguieron en su carrera se vuelven buscando el origen de aquella voz.

Pero Juan Miguel continúa intranquilo. Necesita cerciorarse de que ninguno de esos apestados se ha introducido en la caravana, así que, con sigilo, vuelve en busca de Montse.

Del sol tan solo queda un resplandor dorado en el horizonte por lo que en poco tiempo la oscuridad convertirá aquel punto en un lugar extremadamente peligroso.

La voz de Carlos, acompañada de palmas y silbidos, sigue oyéndose con fuerza. Juan Miguel piensa que en un marco tan espeluznante como aquel, con aquellos devoradores por todas partes, oir a un hombre cantar resulta fuera de lugar, pero a él le tranquiliza saber que hay un ser humano pensando en ellos. De hecho empieza a sentir una inmediata simpatía por aquel “salvador”.
Cuando alcanza a ver cuál es la situación, descubre que una gran multitud de zombis  ha penetrado en el bancal y ocupa toda la primera linea del barrizal que los tiene inmovilizados.  Pero eso impide  que el resto pueda introducirse también. Por todas partes hay muertos que intentan alcanzar la voz que suena al otro lado. 

Juan Miguel se acerca a la caravana en cuclillas, ocultándose en las sombras. En ese momento no hay ningún caminante cerca. Ve su bicicleta, que está apoyada en un árbol, y se pregunta si podría serle útil. En una breve carrera, coge la bicicleta, entra con ella en la caravana y cierra la puerta.

- ¡Montse! - la llama en voz baja – Montse, ¿estás bien?
Camina hacia los asientos delanteros y ve un bulto tapado por una manta
- ¿Montse?
- ¿Juan Miguel? - asoma su cara, bañada en sudor - ¡Has vuelto! Ay, qué alegría tan grande, muchacho, ¡el miedo que he pasado! ¡No me atrevía ni a respirar!
- ¿Cómo llevas la pierna?
- ¿La pierna? ¿Quién se acuerda ahora de la pierna? Anda, ayúdame a pasar ahi, que quiero darte un abrazo, que ya pensaba que no te vería más.
….........................................

Mientras tanto, Carlos, que ha dejado de vociferar, camina en busca de un lugar que le permita acceder a la carretera.
El sol se ha ocultado y quiere llegar a la caravana antes de que oscurezca del todo. Piensa que debe de quedar alguno de aquello seres por allí, pero ni siquiera quiere pensar en esa posibilidad. Solo necesita ver a Montse. Siente que es la única familia que le queda y le parece que ha transcurrido una eternidad desde que la dejó sola.
“Si ese tío le ha ayudado – piensa mientras camina- se lo agradeceré de por vida”
…............................................

- Carlos ha dejado de cantar – observa Montse.
Juan Miguel mira la bici mientras se masajea el hombro dolorido.
- Sí - contesta-,  probablemente haya vuelto a la aldea.
- Espero que sí, ya ha oscurecido.

Un rumor incesante y estremecedor, el jadeo de los caminantes atrapados en el barro, llega hasta allí y Montse, inquieta,  anhela el momento de abandonar aquel lugar para siempre.

- ¿Qué vamos a hacer, Juan Miguel?
- De momento no nos queda otra que esperar a mañana.
- No puedo dejar de pensar en Carlos, ¿estará bien?
- Seguro que sí, no te preocupes.

Mientras Montse busca algo para comer, Juan Miguel ha ideado un arma. Logra quitar uno de los radios de las ruedas de la bicicleta y comprueba con satisfacción que se puede introducir casi por completo en un orificio del hinchador. La varilla de hierro  queda ajustada y segura. El hinchador es consistente y manejable, y con ese hierro sobresaliendo  medio palmo se convierte en un arma muy útil  para atravesar el cráneo a los muertos

Los ásperos quejidos del exterior se van  haciendo más tenues al paso de las horas. Montse se ha dormido pero Juan Miguel, echado sobre un colchón, sigue ideando formas de defenderse de los devoradores. Siente la necesidad de unirse a un grupo para estar más seguro. Hay que prepararse, idear formas de defenderse, estudiar las costumbres de los depredadores.

En mitad de esos pensamientos, le parece escuchar unos pasos. Deduce que alguno de esos seres se ha acercado a la caravana.
Permanece atento pero en los minutos posteriores no oye nada más. Le preocupa la posibilidad de que alguno se enganche en la manivela y la puerta vuelva a abrirse. Entonces  la puerta se abre de repente.

Juan Miguel se incorpora de inmediato, agitando a Montse para que despierte y se abalanza a su nueva arma preparado para atacar.

- ¿Montse? - oyen decir en un susurro – Soy Carlos, ¿estás ahí?

….......................................

Ha amanecido.
Ángeles ha dormido poco y mal. Se levanta con cuidado para no despertar a Holden y vuelve a la cama con su cuaderno y un bolígrafo. Comienza a escribir.
En la aldea
 
Ayer ocurrió algo horrible. Una de las personas que han llegado a la casa, una joven llamada Pepi, cayó víctima de los condenados.
Holden y yo estábamos guardando las gallinas cuando la oímos gritar. Salimos en su ayuda, pero ya era tarde.
En esos momentos, en la casa sólo estaban Roquito y Anasister, que llegaron corriendo también, pero tampoco pudieron hacer nada.
Fue espantoso verla morir así, devorada por esos seres del infierno. Y también fue muy doloroso ver el sufrimiento y la impotencia de sus amigos, en especial de Anasister.
Sabiendo que no podíamos hacer nada por Pepi, pobre muchacha, nos ocultamos en la casa y esperamos a que los malditos se marchasen, una vez satisfecho su repugnante instinto.
Al cabo de un rato los vimos marchar, en siniestra procesión, en dirección al río. Entonces, mientras yo me quedaba en la casa con Anasister, que estaba tan impresionada que ni siquiera podía llorar, Holden y Roquito salieron para hacerse cargo de los restos de Pepi; para que, al menos, en su muerte siga siendo un ser humano.
Eso es lo único que se puede hacer por los que caen, y ése es el único y pobre consuelo que se nos permite en este mundo de pesadilla.
Esta forma de acabar es demencial, no estamos preparados para esto, y no creo que, por mucho tiempo que vivamos, aprendamos a soportarlo. Sera horrible siempre.

Por la noche volvieron Fran y AB, que habían salido en busca de una mujer australiana a la que conocen, llamada Nerine. Con su regreso Anasister reaccionó por fin y pudo desahogar su dolor. Fran y AB, al ver quiénes estábamos en la casa, comprendieron de qué se trataba y no hizo falta darles muchas explicaciones.
A pesar de todo, creo que estas personas tienen suerte, porque se tienen unos a otros. Eso los hace fuertes y le da sentido a sus supervivencia.

Más tarde Fran nos contó que él y AB habían llegado al coche donde estaba encerrada la mujer australiana, tal y como dijo el muchacho que llegó pidiendo ayuda y que, según nos ha dicho Roquito, se llama Carlos.
La mujer seguía dentro del maletero, así que la ayudaron a salir, pero, al parecer, se negó a volver con ellos. Por lo que dice Fran, parece obsesionada con volver a la gasolinera en la que vive.

Al margen de todos estos acontecimientos, yo estoy muy preocupada y asustada por Holden. Aquel niño que le atacó le mordió realmente, y tiene la marca en la pierna. Parece una herida superficial, pero quién sabe en qué puede desembocar. Yo me empeño en creer que cicatrizará como otra herida cualquiera y no tendrá consecuencias, pero ¿y si no es así?
Me esfuerzo por mantener la serenidad, para no añadir más tensión a las circunstancias, pero tengo mucho miedo. Si a Holden le ocurriera algo, para mí ya no tendría sentido seguir sobreviviendo.
…..........................................................
 
Cuando Nerine divisa la gasolinera ha oscurecido por completo.

Había hecho todo el trayecto furiosa, caminando descalza por la carretera con uno de sus zapatos en una mano. Estaba convencida de que le habían perdido el otro hasta que lo encontró sobre el asfalto pero su mayor indignación había sido descubrir que ya no tenía el frasco que con tanto celo guardaba.

Desea alejarse de toda aquella gente que tan odiosa le parece pero al mismo tiempo  necesita  volver a verles para maldecirles.

Al alcanzar por fin  el recinto y encontrar la puerta abierta siente un escalofrío.
“Oh, my God. Que mi amado siga ahí  adentro, que siga sano y salvo”

Entra en la polvorienta tienda y la recibie un silencio tan inquietante que por unos segundos no se atreve a dar ni un paso. Tiene que esperar a que sus ojos se acostumbren a aquella oscuridad para encontrar la trampilla del suelo.
La levanta con mucha incertidumbre, esperando ver el resplandor de alguna vela, pero la oscuridad es absoluta.

- ¿Thomas? - se atreve a decir.

Como respuesta a su voz le llega  desde el sótano  un jadeo gutural que no corresponde a un ser humano.
Nerine deja caer la trampilla de golpe.
…...............................................................................
Montse abre los ojos y sonríe al ver a  Carlos. Se le ha pasado la noche en un suspiro desde que él llegó.

- ¡Buenos días, mis héroes! - les dice en voz baja– Me alegra comunicaros que la pierna ya no está hinchada y que no me duele.
- ¡Estupendo! - exclama Carlos – Estábamos hablando de los posibles planes para salir de aquí.
- ¿No queda nadie por ahí afuera? - quiere saber Montse.
- Se ven todavía algunos, aunque  muy esparcidos.
- ¿Y qué habéis pensado?
- Le decía a Juan Miguel que hay gente en una aldea cercana. Uno de ellos quiso acompañarme hasta aquí, pero viendo cómo estaban los campos se marchó.. Me proponía volver  por la carretera pero no creo que vengan a por nosotros.
- ¿Por qué? - dice Montse
- Cada cual tiene sus propios problemas, no me parece que vayamos a encontrar mucha gente solidaria.
- Sin embargo debería ser todo lo contrario – comenta Juan Miguel- Si llegamos a formar un grupo unido será más fácil defendernos y sobrevivir.
- Estoy muy de acuerdo – Montse se levanta y camina.
- Vaya – exclama Juan Miguel – es verdad que ya te mueves mucho mejor.
- Espera a que nos comamos unas galletas que tengo por aquí y verás qué agil me vuelvo- Se pone a buscar entre los módulos volcados en un rincón- ¿Y tienen algún coche, Carlos?
- Vi uno a la entrada del camino a la aldea. Por cierto, si supiérais el mal rato que pasé cuando...
Un estrépito lo interrumpe. A uno de los módulos se le ha abierto la puerta y varios platos de porcelana se han estrellado contra la pared de la caravana.
Todos se miran apretando los dientes y permanecen en silencio esperando no haber sido oídos.
Pero aquel accidente ha resultado una fatalidad. El sonido de pies arrastrando por la gravilla y el agónico ronquido de los muertos acercándose se intensifica.  Unas manos golpean otras arañan arañan la chapa. El ruido es ensordecedor.

- ¡Maldita sea! - exclama Carlos.
- ¡Hay que estar muy pendientes de esa puerta! – grita Juan Miguel – ¡Solo con que muevan un poco la manivela se abriría!
Montse busca cuchillos y  le pasa uno a Carlos.
- Escuchad – dice Juan Miguel, - voy a intentar subir arriba saliendo por la puerta de la cabina.
- Pero qué dices – le dice Montse- ¡Te van a coger!
- No lo creo, no me parece que sean muy inteligentes. Además, quiero probar este pincho. Quedaos pendientes de la puerta, si acaso cayera usad esos cuchillos.
- Confíamos en tí, Juan Miguel – le dice Montse apretándole una mano- Ten mucho cuidado y quita de en medio a todos los que puedas.

La impresión al salir y contemplar aquel enjambre de seres descompuestos casi le hace retroceder. El número de infectados agolpándose contra la caravana es mayor de lo que había previsto. Calcula que serán entre 50 y 60. Todos levantan la mirada y los brazos a la vez y el rugido que sale de aquellas bocas le produce una mezcla de espanto y desprecio.

Pero Juan Miguel no se permite dudar y desde allá arriba, sujetando con fuerza el hinchador lo incrusta en la cabeza de uno de aquellos zombis. La varilla de hierro atraviesa el cráneo y el cuerpo se desploma.
Sin permitir que las manos de aquellos seres hambrientos lo rocen siquiera, sigue dando estocadas en aquellas cabezas.

Cuando ha conseguido abatir a una docena, ve que  algunos de ellos empiezan a  ser capaces de tocarlo.  Los que caen al suelo sirven de escalera para los que vienen detrás.

No se atreve a arriesgarse más y decide volver abajo, pero en ese instante ve asomar a Montse.

- ¡No, Montse, no salgas!
- ¡Han abierto la puerta! - exclama ella- ¡Tenemos que subir aquí!
- ¡Maldita sea! ¿Y los cuchillos?
Al incorporarse y ver tantos brazos agitándose, Montse se ata la larga falda a la cintura y se coloca en el centro, junto a Juan Miguel.
- ¿Y Carlos? - le pregunta - ¿Por qué no sube?
Montse está petrificada al ver la multitud de zombis a sus pies.
- Dios mío... – murmura al contemplar el sinfín de cuerpos atrapados al otro lado de la carretera, intentando escapar de su prisión de barro.
- ¡Montse! - grita Juan Miguel mientras continúa utilizando su arma - ¿Por qué no sube Carlos?
Montse reacciona y  mira  hacia la puerta de la cabina.
- ¡Me ha dicho que subía ya! ¡Carlos! - grita acercándose-  ¡Carlos!
- Vuelve aquí,  Montse- le dice Juan Miguel- No te muevas. Voy a ver qué pasa.

Al entrar ve un brazo inerte entre los dos asientos. El color verdoso de la mano le desvela que pertenece a un muerto.
Oye jadeos y prepara su arma. Mira en el interior y ve a Carlos  en el suelo  intentando zafarse de un  infectado al que sujeta por el cuello. El muerto, con los ojos fijos en Carlos, da dentelladas al aire. Juan Miguel entra pero el cuerpo entre los asientos le dificulta el paso.
- ¡Aguanta, Carlos! ¡Ya voy!
Cuando consigue apartar el cadáver  se acerca al atacante y le clava con furia  la varilla en la sien.
Hay otro zombi con medio cuerpo caído en la misma entrada, con el mango de un cuchillo asomando entre su largo cabello gris. Otros  intentan acceder por ese hueco de la puerta  pero la distancia desde el suelo y el zombi abatido no les facilitan el paso.
- ¿Estás bien?
- Bien – responde Carlos resoplando- Bien dentro de lo que cabe. ¿Y Montse?
- Ayúdale a bajar, creo que va a ser mejor controlarlos desde aquí.

Juan Miguel se acerca a la puerta y tres caras monstruosas jadean con más fuerza al verle.
“¡Cómo os odio!”, dice apretando los dientes.
Los ensarta uno tras otro con su varilla, haciéndola entrar por las cuencas de sus ojos.  Cuando caen, aparecen otras caras con llagas  y labios secos, y Juan Miguel vuelve a arremeter contra ellas.

…..................................................................

Ángeles se ha levantado y se dirige al salón. Se asoma por la ventana. Todo parece tranquilo afuera.

Al volverse se sobresalta al ver a Roquito en un sillón.

- Perdona, no era mi intención asustarte. Llevo aquí un par de horas. No podía dormir más.
- Igual que yo. Estoy  despierta desde hace un buen rato. ¿Los demás duermen?
- No sé, espero que sí. Al menos Anasister necesita descansar.
- No paro de pensar en ella.  Ayer estaba… ¡pobre chica!
- Tengo tanta... ¡rabia!

Ángeles suspira. Después abre la puerta de la leñera, junto a la chimenea, y echa un tronco sobre los rescoldos.

- Voy a preparar unas tortillas, ¿me ayudas?
- ¡Claro! Mejor ocuparse en algo para no pensar más.

Se dirigen a la cocina. Oyen cantar al gallo en la cochera.

- Oye, ¿volvió Carlos anoche? - pregunta Ángeles
- No, y también me he estado preguntando qué haría. Por allí era imposible pasar, pero él estaba empeñado. He llegado a pensar que pueda haberse quedado atrapado por allí.
- Espero que no. Toma, ve batiendo estos huevos mientras yo pelo patatas.
- Estoy deseando hablar con Fran para saber qué vamos a hacer – dice Roquito.
- ¿Te refieres a si seguir viaje o quedaros?
- Si, de todo. Estoy, no sé… descentrado.
- De momento no tenéis coche. No tengáis prisa por marcharos, esperad a decidir con calma  qué hacer.
- Sí, yo es que soy bastante intranquilo, ¿sabes?  Ahora mismo saldría a buscar la caravana de  Carlos.
- Pero eso es un riesgo, ¿no te parece? Y más tú solo
- Bueno, es cuestión de abrir bien los ojos y llevar algo en las manos que te dé seguridad. Y en el peor de los casos... a correr.

A.B. entra en la cocina recogiéndose el pelo.

- Buenos días - dice somnolienta- , no sé si es tarde o temprano
- Son casi las 9 – dice Ángeles mirando su reloj.
- No os vais a creer qué me ha despertado.
Roquito deja de batir huevos.
- ¡Un cuervo! Estaba en  la ventana, picando el cristal sin parar. Y cuando ha visto que me he incorporado ha hecho gruaá, gruaá, como diciendo ¡Hola, buenos días!
- Son listos esos bichos – dice Ángeles- No hace mucho uno me robó  unos calcetines  que tenía puestos a secar. Vi cómo quitaba las pinzas y se llevaba los dos.   Había más pero se llevó esos. Imagino que le llamaron la atención porque eran rojos.
- En parte me alegro de que me haya despertado- dice A.B.- porque estaba soñando con la australiana. ¡Ay, qué tía! ¡Hasta en sueños me saca de quicio!
- Me la imagino anoche – dice Roquito sonriendo.
- No, seguro que te quedas corto. Se puso echa una fiera. Que no éramos personas, que las personas no encierran a una mujer y la dejan abandonada,  que le habíamos perdido su medicamento, que Dios nos iba a castigar… Y encima insultando… Yo casi le salto encima. Si no es por Fran, que me paró…
- ¿Pero hay alguien más en esa gasolinera? – pregunta Ángeles
- Yo no sé qué pensar – contesta Roquito-  Primero dijo que estaba enferma, luego que era su marido el que estaba enfermo…
- Esa es una embustera – exclama A.B. - Allí no hay nadie. Lo que sí debe tener es una despensa bien llena la muy bruja.

- Hombre - exclama Roquito al ver entrar a Fran – ya quedan menos dormidos que despiertos.
- Hola, Fran – le saluda Ángeles-  ¿Sigue durmiendo tu hermana?
- Sí, ¿y Holden?
- También. Suele levantarse temprano, pero hoy…

Ángeles coloca las patatas peladas en una sartén y siente de repente la necesidad de ver a Holden.
- ¿Ponéis esto en el fuego? Ahora mismo vuelvo.

Cuando entra en la habitación le encuentra en la misma posición en que le dejó.

- Vamos, Holden, hoy estás perezoso, ¿eh?
Al no ver el más mínimo movimiento, ni el de su respiración, se acerca angustiada.
- ¿Holden?
Ángeles le pone una mano en el hombro y lo sacude, pero Holden no responde.

Notas: 
1) El título de este capítulo ha sido idea de Nerine (¡deberes cumplidos!)
2) Lo que Ángeles escribe en su diario está realmente escrito por ella (¡otra colaboración más)

12 comentarios:

Ángeles dijo...

Interesantísimo y emocionantísimo, y es genial cómo van encajando las piezas que han ido apareciendo en los capítulos anteriores.

Me encanta el pasaje de Carlos haciendo ruido y cantando, y su llegada a la caravana da ganas de aplaudir.
Y qué valientes y arrojados él y JuanMiguel. Montse, puedes estar orgullosa de tus chicos :D

Respecto al final… ay, Holden…
Y dicen que Juego de Tronos, ¡bah!

Felicidades una vez más, JuanRa, y gracias por la emoción.

JuanRa Diablo dijo...

Muchísimas gracias, ÁngeleZ

Cuando encajan algunas de esas pieZas, como en un puZZle, yo me alegro un montón, porque llevar una historia con mucho hilo suelto es muy incómodo, siempre tropeZando y tal.

Se me ha olvidado decir que esa foto tan chula de la libreta también es de Ángeles Era de suponer, claro, pero lo quiero dejar por escrito para cuando se haga el reparto de copyrights y todas esas legalidades.

En el "Cómo se hiZo TZE" contaré algún día que la tortilla que preparáis casi se hace cruda, ¡sin freir las patatas! xDDD

HaZta pronto!

Holden dijo...

Pero a Holden no, tío, ¿cómo puedes hacerle esto a Holden? ¿No ves que Holden es todo amor JuanRa? :D

En verdad estoy tranquilo, como bien dice el título del capítulo, nada es lo que parece, y creo (o quiero creer) que aún no me ha llegado mi hora. Yo esperaba convertirme en un cojo badass con metralleta en lugar de pierna, y tal.

En cualquir caso, muy adictivo este capítulo, por mí como si hoy no duermes y te pones desde ya con tus musas y el próximo episodio :D

¡Sigue así!

Juan Miguel dijo...

Por fin acción, jeje, muy emocionante y tensión en la caravana, necesitamos un milagro para salir vivos de allí. Como dice Holden molaría cortar la pierna para salvar su vida. Te felicito una vez más Juan, extraordinario trabajo.
Ale! ponte ya a escribir el siguiente capítulo.

Unknown dijo...

Otro capítulo que debo felicitarte Juan!, de verdad muy bueno consigues que estemos deseando leer el siguiente capítulo.
Lo de Carlos cantando y aplaudiendo y atrayendo a los zombies y esa trampa barruna me encantó, y Juan Miguel, montse,y Carlos si en el capítulo anterior lo tenían mal en este lo tienen muy muy mal.
Respecto a holden...... El hecho de no respirar no pinta bien, no es algo muy habitual en los vivos y menos con la mordedura en la pierna, uy uy uyyyy

Unknown dijo...

Otro capítulo que debo felicitarte Juan!, de verdad muy bueno consigues que estemos deseando leer el siguiente capítulo.
Lo de Carlos cantando y aplaudiendo y atrayendo a los zombies y esa trampa barruna me encantó, y Juan Miguel, montse,y Carlos si en el capítulo anterior lo tenían mal en este lo tienen muy muy mal.
Respecto a holden...... El hecho de no respirar no pinta bien, no es algo muy habitual en los vivos y menos con la mordedura en la pierna, uy uy uyyyy

Anónimo dijo...

¡Ostras, el barro...! El carlos de verdad nunca habría pensado en él para frenarlos; el fuego, una explosión,humo...como en las películas, pero nunca habría pensado en el humilde barro. Menos mal ue tú piensas por nosotros.
¡Hey! el corazón latiéndome a mil por hora ¿eh?...en serio. ¡Qué miedo! Como no miré el resultado del juego de las diferencias, pensaba que me tocaba a mí diñarla pero mira, un capítulo más vivito y coleando.
¡New York, New York...! ¡Será posible! otra vez, cuando tenga que cantar, me consultas el repertorio, por favor. Pero me has llenado de orgullo al hacerme ver que, cantando, tendría mi público...aunque sea así.
Ahí se ve la madera de héroe de Juan Miguel...¡qué valiente y qué forma de "usar la cabeza" je,je.
De este capítulo habrá que descontarte algo del guión ¿eh?, porque la ayuda de Ángeles ha sido muy importante y, además, le ha aportado subjetividad al relato.
¡Otra vez los cuervos! Ya te dije...¡cómo me intrigan!
carlos

Montse dijo...

Trepidante la acción y el desarrollo de este capítulo ¡y mis chicos, qué valientes, qué arriesgados! M.Angeles, estoy orgullosísima de ellos, gracias a su ayuda sigo viva, a la suya y a la de JuanRa que es muy majo y hasta me ha curado la pierna y todo :)
El texto de Angels encaja perfectamente y así nos explica un poco más la muerte de la pobre Pepi. La historia de Nerine sigue siendo ese punto de misterio y ahora el has añadido el misterio a Holden ¡ay, amigo, eso de no respirar no pinta bien!
Cada capítulo es más emocionante y lo llevas muy bien eso de ir encajando las pieZas el PuZZle, jeje. se hacen cortos y nada más leer este ya tengo ganas del siguiente.
Besitos.

Nacho dijo...

Bueno, pues creo que ya poco tengo que decir, en los comentarios anteriores está todo dicho y muy bien dicho sobre este capítulo, “Tensión, interesantísimo y emocionantísimo, trepidante la acción, genial, muy adictivo…” Muy buenas escenas, JuanRa, una vez más te felicito.
Ángeles, gracias por tu colaboración.
Nerine, el titulo, A VECES NADA ES LO QUE PARECE, da mucho que pensar… ¿no, guionista?
Holden, me da que lo tienes chungo!, o crees que haciéndole la pelota a JuanRa diciendo que “Holden es todo amor” te vas a librar?

Papacangrejo dijo...

Madre mia!!!! los pelos como escarpias!!

Ana Bohemia dijo...

Me ha gustado mucho la aportación de Ángeles, muy bien.
Holden no respira... guau, ¿qué pasará?, estoy en suspenso.
Ya veo que las musas siguen rondándote, me alegro.
Saludos
:D

JuanRa Diablo dijo...

Holden:

Que conste, Holden (y yo no debería decir esto) que tu personaje es uno de mis favoritos, así que haz el favor de resistir,¡leches! :D

Pero eso sí que no, no es compatible un Holden-todo-amor ¡con una metralleta en la pierna! ¡Decídete! xD

Juan Miguel:

No sé si avisarte de antemano y cuando llegue un capítulo de menos acción pedirte que te tomes tres cafés. Así lo leerías más nervioso y hasta dando botes :D

Angel /Roquito:

Y yo sigo tan contento de que sigas tan deseoso por leer más.
"La trampa barruna" hubiera sido un buen título, jaja

Carlos:

Así que el Carlos de verdad no hubiera pensado en el barro, ¿eh? Y tampoco habría cantado por Sinatra. Tú eres más del heavy español, ¿no? O a lo mejor hubiera estado bien cantar a todo pulmón el Camino Soria de los Gabinete. Bueno, el caso es cantar fuerte lo que sea, que los zombis tampoco tienen tan buen oído.

Montse:

Sí, mujer, ya estaba bien de estar impedida. Ahora te quiero ver echando una buena carrera si hace falta (sobre todo si vienen detrás esos bailarines del Thriller de Michael Jackson :p)

Felicidades por tener tan buenos protectores.

Nacho:

Me alegro mucho, Nacho. Gracias.
Ya tengo preparado el siguiente capítulo y, como verás, te ha salido una agradable compañía. Se acabó ese Nacho tan solitario por el mundo.

Papa Cangrejo:

Ah, qué bueno, Papa Cangrejo. Y viendo esa foto hasta me creo que lo digas de verdad :)

Ana Bohemia:

A todos nos ha gustado la aportación de Ángeles. De hecho, como su personaje tiene un diario tendrá que seguir escribiendo cosas.

Sí, definitivamente la tenemos que fichar.
Un beso, Ana