Carlos ha
acomodado a Montse en la vivienda de la caravana. Ella le observa sin
pronunciar palabra, consciente de lo agotado que está por el esfuerzo.
Arrastrarla hasta allí por entre los asientos ha sido muy complicado para él y
doloroso para ella.
Montse no quiere confesarle su preocupación por
quedarse sola, aun sabiendo que no queda
otro remedio.
- Apoya aquí la cabeza- le dice colocándole una
almohada - Te tapo con esta manta y te dejo aquí esta otra. Cuando tengas
hambre...
- Gracias, Carlos – dice desanimada – Cuánto siento
no poder...
- ¿Que lo sientes? ¡Soy yo el que lo siente, Montse!
No debí...
- No, por favor, tú no tienes la culpa de nada. Yo
hubiera actuado exactamente igual.
Él se sienta
a su lado y se tapa la cara con las manos.
- Si pudiera... - empieza a decir entre suspiros-
Ojalá fuera yo el que...
- No, Carlos, no te martirices. Ha sido un
accidente. Yo lo sé, y tú también lo sabes.
Él mira a su alrededor. El desorden en aquel
reducido espacio es un continuo recordatorio de la desgracia.
- ¿A dónde la has llevado? - pregunta Montse.
- Lejos.
- ¿Has hecho lo que debías?
Él la mira sin contestar.
- Ya sabes – dice Montse señalándose la cabeza en un
movimiento fugaz.
Carlos
asiente en silencio, desviando la
mirada.
- Bueno, cuanto antes me vaya...
- Sí, mejor que salgas ya. Ten mucho cuidado, por
favor.
- ¿Te duele ahora?
- Muy poco. Si no me muevo... apenas.
- Lo dicho, Montse, voy a intentar volver lo antes
posible.
- Bien, yo...
- Dime.
- No, nada, que te espero.
Antes de cerrar la puerta trasera mira a su
compañera y puede leer en su rostro el miedo que tiene.
- No me moveré de aquí – le dice Montse con una
sonrisa y los ojos brillantes.
….......................................................
María José volvió a tener una pesadilla.
Estaba viendo la televisión y el presentador del
informativo empezaba a sudar y a decir cosas sin sentido. María José se
asustaba al comprender que el virus ya estaba haciendo estragos en el país sin
haberse anunciado previamente.
En la calle
la gente empezaba a gritar y ella se asomaba por la ventana para
descubrir que todo el mundo corría en una sola dirección, formando una gran
serpiente en movimiento que terminaba cayendo por un oscuro agujero en el
horizonte
En el jardín de enfrente había un hombre sentado
en un banco. El hombre observaba
tranquilamente cómo corrían todos por delante de él. De repente alzaba la vista
y miraba a María José. Era Nacho.
Con una amplia sonrisa, Nacho la saludaba
con la mano. María José sentía inquietud
por su sosiego ante hechos tan preocupantes, pero él le hacía un gesto que ella
interpretaba como “No hagas mucho caso de todo esto. Cuanto más miedo sientas,
peor. ¡Olvídate del miedo!”
Sentía ella entonces una inmensa paz interior.
Saludaba a Nacho y volvía a su habitación. Cuando se disponía a abrir la
puerta, intuía lo que había detrás y percibía que el pánico la quería invadir,
para inmediatamente recordar el consejo de su amigo y sentirse más segura.
Alguien tocaba a la puerta. Ella la abría sin
miedo y se encontraba con Nacho que le decía “Lo estás haciendo muy bien. ¿Nos
vamos?” “Sí, vámonos – respondía- De
todas formas ellos han dejado ya esta vida”
A la mañana siguiente María José guardó la caja
debajo de su cama. Más que guardarla la estaba escondiendo, pues el solo hecho
de verla la ponía nerviosa. Pero antes la abrió por simple curiosidad. Encima
de los frascos de Doxma encontró una tarjeta y al leer el nombre de Nacho sintió
un escalofrío. Allí estaban su nombre y
apellidos y el número de su móvil, como una señal de respuesta al sueño de
aquella noche.
Poco a poco empezó a sentir la necesidad de hablar con él.
Pensó que algo de cierto había en aquel extraño sueño.
Nacho parecía estar sumamente tranquilo cuando hablaron en aquel almacén, sin
embargo ella estaba muy asustada desde entonces, y su angustia crecía conforme
pasaba el tiempo, de manera que empezó a pensar en llamarlo.
Pero no se atrevió.
Aunque no se detuvo a dilucidar el porqué de su
indecisión, de haberlo hecho habría descubierto que le aterraba dar veracidad a
aquel sueño, tomarlo como una
premonición.
Horas más tarde, en un arrebato, le escribió un mensaje indicándole su dirección.
Y añadió: “Por si fuera de utilidad”
…................................................................
Durante una larga temporada, Nacho vivió en el almacén.
Era un lugar que conocía bien y en el que siempre
se sintió sumamente cómodo. En los últimos meses había permanecido más horas
allí que en su propia casa, por lo que terminó trasladando el colchón de su
cama a aquella caseta acristalada destinada al vigilante, donde ya había una
pequeña nevera, un hornillo de gas y una estantería con libros.
Nacho
siempre se había caracterizado por ser una persona práctica y totalmente
independiente. En cuanto fue consciente de la nueva realidad, apenas le
bastaron un par de horas para encajarla y aceptarla. En su naturaleza no había
lugar para dramatismos ni desesperación.
“Llevo toda mi vida viviendo solo y sin miedo a
nada – pensó- No voy a cambiar ahora”
El almacén se encontraba en un polígono industrial
de las afueras de la ciudad, en la parte más alta de un terreno en desnivel.
Fue la última nave en ser construida y ya no había lugar para más, puesto que
detrás de ella empezaba una zona montañosa.
El almacén tenía una sola puerta metálica por la
que entraban los camiones de distribución. La puerta se abría y cerraba por
mediación de un motor eléctrico, y a falta de corriente se podía accionar de forma manual. La única
iluminación natural la recibía de diez ventanas pequeñas a gran altura; cinco
en el lado este y otras cinco en el oeste.
Una escalera de hierro adosada a una de las
paredes servía a Nacho para encaramarse al estrecho pasillo que recorría los
cuatro lados de la nave por su parte más alta. Muchas tardes subió hasta alguna
de aquellas ventanas con una taza de café y mirando a través del cristal,
meditaba, unas veces contemplando la ciudad que se extendía a lo lejos y otras
la escarpada montaña de pinos y matorrales que iban cambiando su tonalidad
conforme descendía el sol.
“Sólo queda esperar” - pensaba, e interiormente
agradecía el no tener a nadie por quien sufrir.
A veces el viento llevaba hasta allí el sonido de
alguna ambulancia o la sirena de algún coche de policía, pero en general la
ciudad era un paisaje distante y silencioso de luces nocturnas y reflejos
diurnos.
Desde allí, todo seguiría teniendo su misma
apariencia externa cuando todo empezara. Nacho no quería vivir aquello de
cerca, por eso había elegido pasar los días solo en aquel almacén.
“Tan sólo queda esperar”
Aquella misma noche, al acostarse, vio que tenía
un mensaje en el móvil.
“¡María José!” - pronunció asombrado.
Y es que,
desde que se despidieron, había soñado repetidas veces con ella.
….............................................................
Juan Miguel devora kilómetros a una velocidad
constante. Su ánimo crece ante la buena respuesta de sus piernas, que parecen
haberse fundido con los pedales formando un motor ajeno a él.
Con el rostro encendido y los ojos atentos, se
estimula ante las líneas del asfalto que corren a su lado para ir quedando
atrás, y con la mirada puesta en el horizonte va marcando nuevas metas que
alcanzar.
Durante todo el trayecto tan solo ha visto media
docena de coches apartados en el arcén. Ninguno obstaculizando la carretera,
como había pensado que encontraría; tampoco ninguno circulando, como también
esperaba.
Piensa que es poco probable encontrar alguno de
aquellos infectados caminando lejos de las ciudades, pero no quiere bajar la
guardia pues ha pasado por lugares con casas y granjas próximas a la carretera.
Hace media hora que se ha quedado sin agua en las
botellas y ya está buscando algún lugar donde reponerlas. Además necesita
azúcar que le dé energía.
Tuvo oportunidad de buscarla algunos kilómetros atrás,
cuando aparecieron las indicaciones a Villacarrillo, pero no había estado
atento a la última botella de su mochila.
Agotado finalmente por el esfuerzo, decide
descansar a la sombra de un árbol. Desde allí divisa un caserío en la distancia y decide
acercarse a inspeccionarlo.
Hay amplios campos de trigo verde a ambos lados
del camino que lleva a aquellas casas pardas. La brisa hace cimbrear las
espigas con un singular sonido que consigue inquietar a Juan Miguel.
Cerca ya de los frondosos pinos que parecen dar la
bienvenida al caserío, desciende de la bicicleta y continúa andando con ella.
Oye relinchar un caballo y pronto ve dos a su
derecha, pastando en un prado de alta hierba. Ambos tienen las sillas de montar
puestas, lo que le hace pensar que tal vez alguien esté viviendo allí.
De repente uno de los caballos se encabrita y tras
sacudir varias veces las patas traseras echa a correr. El otro lo sigue con
cierta dificultad.
Juan Miguel deja la bicicleta apoyada en una tinaja grande junto a la
primera casa. Salvo el murmullo de la brisa atravesando las copas de los pinos,
aquel lugar está en absoluto silencio.
Las puertas de las casas que Juan Miguel tiene a su
vista parecen cerradas, pero al intentar abrir una de ellas se sorprende al
comprobar que cede a su empuje.
Juan Miguel levanta el brazo para agarrar el bate
de beisbol que sobresale de su mochila. El interior de la casa está en penumbra y entra con mucha precaución, alerta
al menor movimiento. Huele a humedad.
Decide dar unos golpes con el bate sobre la mesa,
la mejor forma de constatar si hay alguien allí adentro.
Nadie acude al ruido.
Juan Miguel separa una gruesa cortina que da paso
a una cocina.
Es un habitáculo pequeño lleno de trastos con mugre,
polvo y desperdicios, y al entrar tiene la sensación de haber retrocedido en el
tiempo pues todos los utensilios parecen muy viejos.
Encuentra aceite, vino, sal, manzanilla seca,
cabezas de ajo, un recipiente de olivas enmohecidas...
“Si aquí hubiera agua no me atrevería ni a
probarla” - piensa.
Inspecciona el resto de habitaciones y vuelve a
salir para volver a probar suerte en otras casas.
La siguiente puerta está atrancada pero Juan
Miguel consigue abrirla empujando con el cuerpo. Observa que está tan
destartalada como la anterior.
En esta ocasión la suerte le sale al encuentro.
En el hueco de la amplia chimenea hay una silla con
la talla de una virgen de madera colocada encima. Un brillo especial ilumina la
escena como si de un altar con velas se tratara, pero es la luz que entra por
la chimenea y rebota en el agua de las muchas botellas de plástico allí
amontonadas. Son botellas grandes, de 5 litros y Juan Miguel comprueba que
están bien cerradas. Bebe hasta saciarse y llena después sus tres botellas.
En la cocina de esa casa encuentra medio paquete
de azúcar y también lo guarda en su mochila.
Escucha un sonido metálico afuera y vuelve a
sujetar con fuerza el bate.
En el exterior la brisa se ha tornado ventisca y ha volcado la
bicicleta. Juan Miguel decide no alargar mucho más el tiempo allí.
Cuando sale de la casa, el viento levanta una gran
polvareda. Los caballos relinchan y vuelven a correr por el prado. Un relámpago
surca el cielo.
Al
adentrarse un poco más en la aldea descubre algo impactante. Junto a un elevado
leñar de cepas secas hay un caballo
muerto.
Se acerca despacio a él.
La cabeza está prácticamente separada del cuerpo,
gran parte de su cuello ha desaparecido y el resto es una masa sanguinolenta.
Por una hendidura en el vientre han
escapado las tripas y hay restos de ellas por todas partes. Gran parte de su
pelaje cobrizo está desgarrado y un charco de sangre cuajada asoma debajo del
animal.
Juan Miguel no puede dejar de mirar su enorme ojo
abierto en el que parece haber quedado grabado el horror de su muerte.
Uno de los caballos vuelve a relinchar en el prado
y Juan Miguel se vuelve y se da cuenta de que están nerviosos.
“Saben que he encontrado a su compañero”, piensa.
En ese momento les ve dirigirse al camino que
conduce al caserío. Uno de ellos abandona el prado con trote ligero. Cuando el
otro se va también, Juan Miguel ve por qué caminaba más rezagado. Va arrastrando a un jinete.
Los dos caballos llegan a su lado. Juan Miguel
deduce que el hombre que arrastra por el
suelo debió de caer de la montura y su pie quedó enganchado en el estribo. Está
boca abajo. Su camisa está destrozada. Tiene magulladuras y cortes por toda la
espalda. Con el movimiento del caballo se hace evidente que ambos brazos y
pierna están rotos, como si fueran extremidades
de trapo.
Juan Miguel logra calmarlos chasqueando la lengua.
Acaricia al que llegó primero y después al segundo y piensa que sería un alivio
desprenderles de las monturas y del peso que arrastra. Cuando agarra al muerto
por el tobillo para liberarlo del estribo lo oye
jadear. Juan Miguel se aparta de él de
inmediato. El muerto vuelve la cabeza a un lado y emite un sonido agónico.
Tiene la cara llena de sangre seca y tierra pegada.
“¡Joder! – murmura Juan Miguel- ¡Es uno de ellos!”
El muerto mueve el cuerpo y el caballo vuelve a
alterarse. Juan Miguel, convencido de que con los huesos rotos no puede
levantarse, se apresura a sacarle el pie del estribo. El caballo da unos pasos
y al sentirse liberado corre hacia el prado, relinchando y coceando al aire.
Juan Miguel desata las correas de la montura del
segundo caballo y la deja en el suelo. Cuando mira hacia el prado por ver si
regresa el otro, descubre que hay gente caminando entre la hierba, dos hombres se
balancean con los brazos caídos y la cabeza torcida.
“Aquí ya no pinto nada”, piensa Juan Miguel y se
encamina al lugar en donde dejó la bicicleta.
Pedaleando por el camino
hacia la carretera ve algo que le
hace frenar en seco. Otros dos muertos caminan despacio de espaldas a él. Juan
Miguel contiene la respiración, deseando que no hayan oído el frenazo. Uno de
los zombis sigue moviéndose pero el otro
se detiene, se vuelve y lo mira. Juan Miguel
no quiere retroceder. Saca el bate de la mochila, lo aferra con la
mano derecha y pedalea con fuerza para llegar cuanto antes a su altura.
Sin dudar ni un instante descarga el bate contra la cabeza del muerto.
El que va delante se gira en el momento en que la dura madera impacta sobre sus
dientes.
Ya en la carretera, Juan Miguel vuelve la cabeza y
comprueba que ambos se están levantando del suelo.
“Tengo que encontrar algo más efectivo que este
bate”, piensa mientras continúa pedaleando.
Nota el corazón bombear en su pecho.
"Y tengo que acostumbrarme a ver estas cosas"
…................................................................
En los días siguientes, de forma esporádica, se
escucharon pequeñas detonaciones. En otros tiempos Nacho las hubiera asociado
con el júbilo de alguna fiesta con tracas y petardos, pero tras un tiempo
esperando el caos, supo que eran ráfagas de balas.
Luego llegaron los helicópteros del ejército.
Alguno de ellos sobrevoló el almacén en dirección a la ciudad o alejándose de
ella, llenando la nave de un estruendo sobrecogedor. Desde los helicópteros se
mandaban mensajes a la población a través de megáfonos que repetían algo que desde
allí Nacho no conseguía entender.
Una noche se oyó una fuerte explosión que despertó
a Nacho de golpe. Saltó de la cama y se
encaramó a una de las ventanas. Vio llegar
dos helicópteros con potentes luces que iluminaban todo a su
paso.
Se veía una columna de humo en el centro de la
ciudad.
En una de las aproximaciones de los helicópteros,
los focos barrieron el polígono industrial. A Nacho le pareció estar soñando
cuando la fantasmagórica claridad penetró por
las ventanas superiores y llenó las paredes de grandes sombras en movimiento. Por unos segundos creyó que
dispararían desde lo alto sobre él.
Aquella noche le fue imposible volver a dormirse,
porque empezaron a oírse cláxones de coches en lo que parecía un concierto
infernal.
Una noche, cerca del amanecer, Nacho oyó sonar un
claxon en algún lugar próximo. Subió a
una de las ventanas por si vislumbraba algún vehículo cerca, pero no consiguió ver nada.
El pitido se prolongó de forma ininterrumpida y
Nacho pensó que debía de tratarse de alguna alarma.
Salió el sol y el sonido no cesaba.
“¡Maldita sea!, ¿qué es eso? ¡Me está volviendo
loco!”
El pitido se le hizo insoportable, y Nacho,
agotada su paciencia, cogió una palanca de las que se utilizaban para abrir las
cajas de madera, decidido a salir al exterior.
Abrió la puerta manualmente y se colocó en la
explanada de entrada. Era la primera vez que salía en mucho tiempo y la caricia
de la brisa en su cara le pareció muy gratificante. No pudo evitar recordar la
agresividad del virus y el primer pensamiento fue “Aquí estoy. No tengo miedo”
Miró al
cielo, estiró los brazos con fuerza,
respiró hondo, y echó a andar intentando orientar el oído en dirección a
aquel inagotable pitido.
Descendió varias calles del polígono hasta dar con
el origen.
Era un coche familiar empotrado contra la fachada
de una fábrica. Nacho vaciló antes de avanzar. Imaginó que el conductor habría
caído sobre el claxon tras el accidente y temía encontrarlo gravemente herido o
incluso muerto.
Siguió avanzando.
A unos 10 metros del coche pudo ver unas manos que
se apoyaban en los cristales traseros. Sin duda eran las manos de algún niño.
Nacho respiró hondo, dispuesto a encontrar algo
desagradable.
Y así fue.
El que debía ser el padre de familia tenía la cara
apoyada contra el claxon. La mujer, con el cinturón de seguridad puesto y
totalmente cubierta de sangre, le había cogido el brazo derecho y lo estaba
devorando. Se había comido toda la mano y cuando Nacho se asomó seguía
mordiendo a través de la camisa, por
donde asomaban largas venas. En el asiento trasero había un bebé atado a una
silla de viaje. Su cabeza temblaba como la de un muñeco de muelles. Tenía los
ojos en blanco y las piernas en carne viva, sin duda mordidas por su hermana,
que intentaba atacar a Nacho a través de la ventanilla, dejando huellas rojas
por todo el cristal.
Nacho estudió la situación y supo que podía actuar
sin peligro.
Abrió la puerta del coche y con la palanca empujó
al hombre contra la mujer. A pesar del horror ante tal escena, el que cesara de
sonar el claxon le produjo un gran alivio.
La mujer, que hasta ese momento no se había
percatado de su llegada, empezó a hacer aspavientos y a emitir resuellos de
moribundo con los brazos extendidos hacia Nacho. La niña se revolvió inquieta
al ver la puerta abierta, y alargando el brazo
lo sacó por un lateral, intentando aferrar a Nacho.
Madre e hija ansiaban más carne y Nacho las miró
con repugnancia y desprecio. Cerró con violencia la puerta aplastando el brazo
de la niña, que quedó allí atrapada, con la cara contra el cristal.
A Nacho le sobrevino una arcada y terminó
vomitando junto al coche.
Les dio la espalda para no verlos más y al marchar se
repetía una y otra vez que aquellos monstruos no eran seres humanos, que no
sentían, ni sufrían ni eran nada más que despojos muertos.
Tuvo la repentina idea de volver para quemar el
coche pero decidió que no merecía la pena.
“El tiempo de espera ha pasado. - musitaba en dirección al
almacén- Es hora de meditar el siguiente paso.”
…................................................................
En vista de que las nubes amenazan con descargar
un aguacero, Juan Miguel se refugia en el cenador de un chalet. Es un cobertizo
de madera acristalado, al abrigo del
viento, pero empieza a sentir frío y no le parece buena idea permanecer allí
hasta que escampe
Da una vuelta a la casa intentando entrar, pero lo
encuentra todo cerrado. La puerta es de considerable grosor y las ventanas
están protegidas por rejas. Todas salvo una más pequeña que parece ser la de un
aseo.
Juan Miguel rompe el cristal con una piedra
grande, se encarama a ella y termina de romperla con el bate.
El cielo se oscurece y los relámpagos son cada vez
más frecuentes. Grandes gotas caen con
fuerza al suelo. Juan Miguel lanza la mochila por la ventana y después se asoma
manteniendo todo el cuerpo a pulso. Cuando sus ojos se habitúan a la oscuridad
y comprueba que no hay movimiento en ese aseo, empieza a introducirse. Brazos
primero y cabeza después.
Con medio cuerpo dentro consigue apoyar las manos en la cisterna.
Nota la lluvia caer con fuerza en sus piernas,
siente el agua empapar sus pantalones.
Y unos dedos que de repente lo tocan.
Al notar ese contacto se introduce de golpe,
perdiendo toda sujeción y cayendo en medio giro contra el suelo.
Entonces le parece oír un estruendo de pasos por
toda la casa y olvidándose del dolor se incorpora con el corazón al galope.
Necesita unos segundos para comprender lo que ha
ocurrido.
Afuera ha empezado a granizar. Lo que creyó una
mano sujetándole no ha podido ser más que el golpe de algún granizo en el
tobillo y ese estruendo de pasos que sonaba por la casa es el repentino rumor
del pedrisco chocando contra paredes y tejado.
“¡Menudo idiota! – piensa- ¡El susto que me he
dado yo solo!”
Juan Miguel está dolorido y sigue teniendo frío.
Con el bate en las manos camina por la casa y va subiendo todas las persianas.
Tras una minuciosa inspección comprueba que la casa está vacía.
Afuera está lloviendo muy fuerte.
Juan Miguel encuentra cerillas y periódicos y
decide encender la chimenea para entrar en calor. Quema un cesto de esparto con
flores secas y sobre las llamas coloca unas cajas de madera consiguiendo al
momento un vivo fuego.
Acerca un sofá a la chimenea y mirando la fogata
come lo poco que le queda en la mochila.
Se relaja masajeando brazos y piernas, que siguen
doloridos por el golpe al entrar.
Antes de dormirse siente una gran añoranza por sus
padres y se tranquiliza pensando que quizás encuentre gente en el sur, tal y como leyó en algunos carteles.
“… y volver a hablar con alguien, y compartir los
días, y no sentirme tan solo… “, piensa mirando las llamas bailar, mientras
otro trueno retumba en la distancia.
…………………………………………………
Ha perdido la noción del tiempo, pero Montse
calcula que han podido pasar dos horas desde que Carlos se marchó en busca de
ayuda.
La pierna sigue hinchada y la siente adormecida.
Ha estado pensando en su vida hasta aquel momento
y se pregunta si volverá a ver el mundo con los mismos ojos que hasta ese día.
La pérdida de Ana parece haber cambiado su ánimo y está muy preocupada por
Carlos, a quien no quiere perder por nada del mundo.
Llora al recordar a su amiga y en su pena se sume en recuerdos de tiempos
felices. Su infancia y juventud con sus padres, con su hermana, con sus amigos…
Aquellos tiempos de activista contra tantas causas perdidas, sus amores…
Qué más daba todo aquello hoy si el mundo parecía
haber acabado.
Y sin embargo…
“Y sin embargo la vida sigue siendo algo
maravilloso”, piensa emocionada.
Las cortinas floreadas cuelgan desde el techo, donde la luz del sol,
que empieza a caer hacia poniente, entra por la ventana como un resplandor
dorado que la llena de nostalgia.
Empieza a canturrear una vieja canción que le
enseñó su abuela.
“Nacerán hojas verdes,
nacerán otra vez,
y al cubrir la campiña
contigo estaré.”
Montse se calla de golpe porque le parece haber
oído un ruido afuera.
Presta atención y efectivamente escucha unos pasos
lentos que la llenan de inquietud.
“¿Será Carlos? – piensa esperanzada, y siente
necesidad de llamarle para constatarlo, pero no se atreve.
Está asustada. Sigue escuchando pasos rodeando la
caravana y puesto que el visitante sigue sin pronunciar palabra ha descartado
que pueda ser Carlos.
Ahora escucha los movimientos junto a la puerta
trasera.
"Que no sea uno de esos infectados", musita.
Montse ve horrorizada cómo la puerta empieza a
abrirse.
"¿¿Hay alguien??" - oye gritar
- ¡Sí! – responde con un hilo de voz- ¡Si!
La puerta se abre y Montse descubre a un chico
joven con un bate en la mano.
- ¿Qué ha pasado?- pregunta él- ¿Está herida?
- ¡Por dios, muchacho, qué miedo he pasado! Entra y
cierra esa puerta. Me llamo Montse, y sí, hemos tenido un accidente.
Juan Miguel se agacha a su lado y la coge de la
mano.
- Yo soy Juan Miguel. ¿Necesita ayuda?
28 comentarios:
Mis admirados supervivientes:
Os voy a pedir algo: tenéis que dejar escrito aquí en los comentarios el nombre de tres personajes de la historia que consideréis imprescindibles.
De momento nada más.
Seguiremos en contacto
Haber Juan, me parece muy bueno el capítulo pero tengo que hacer dos pequeñas críticas, la primera: lo mismo estoy confundido pero me parece que cuatro años después del apocalipsis no creó que funcionen los teléfonos móviles no? Lo mismo es una licencia que te has tomado por ser el autor de todo esto jajjaajja, y la segunda Juan Miguel no estaba en la casa enfrente de la chimenea? Y al momento estaba en la caravana de montse? No me termina de closar pero bueno.... No te enfades a ver si me vas a matar (en la ficción) por esto jejeje
A tu petición mis tres supervivientes imprescindibles de la historia son: vaya no se cuales decir jajjaajja todos tienen su importancia en la historia, bueno....... Sin menospreciar a ninguno, roquito (egoistamente), creó que se le podría sacar más partido jajjaajja,A.B. me encanta su forma de ser y holden o quizás Juan Miguel o Fran que lleva conmigo desde el principio, ummmm complicado, quizás holden, venga va holden, esperó que los demás no lo tengáis en cuenta
Pues a mi me ha parecido increíblemente descriptiva todas las situaciones, sigo introduciéndome entre lineas y parezco estar viviendo todas y cada una de las situaciones, mi enhorabuena Juan, cada vez haces más interesante esta historia, creo que quedan muchos y buenos capítulos por leer.
Merece la pena esperar unos días para coger con ansia esta historia, capítulo tras capítulo va mejorando, ya parece tener un rumbo y poco a poco se va entrelazando cada historia.
Chicos ser pacientes y leer con atención cada capítulo...
Juan cambia mi bate de béisbol por el acha casera con el plato de la bici, jejeje, seguro que es más efectivo.
Roquito78:
Me gusta que haya observaciones de este tipo. Seguro que no podré evitar que haya cosas difíciles de creer, pero para estas que apuntas tengo una explicación.
Gran parte de la narración está escrita en tiempo presente, esto es porque empecé la historia en el momento en que vais hacia el sur y hace cuatro años que el virus hizo estragos en el mundo de forma fulminante. Casi todos los personajes se mueven en ese momento.
Pero si observas, cada vez que aparecen Maria José y Nacho escribo en pasado, pues la historia de ellos es anterior a la llegada del virus (Maria José recluida en su casa y Nacho en el almacén, esperando a que llegue el momento fatídico). Los móviles dejarán de funcionar, claro, pero más tarde.
Por otro lado, separo unas historias de otras por medio de muchos puntos, que también pueden indicar que el tiempo ha pasado. O pongo indicaciones temporales, para que se vea que no todo pasa al mismo tiempo, como que Montse lleva sola en la caravana desde que Carlos se fue.
Se supone que Juan Miguel ha continuado su viaje y ha llegado al lugar en que está la caravana volcada. Podría haberlo contado paso a paso, pero se habría perdido el efecto sorpresa, descubrir que Juan Miguel ha llegado y no tardará en unirse al grupo.
¿Has quedado satisfecho?
¿Enfadarme? Jaja, ¡nunca! Todo lo contrario, dadme vuestras impresiones siempre, y si hubiera cosas que no queden claras siempre podría corregirlas. ¡Gracias!
Muy grande la historia y muy malo el autor... como nos corta el ritmo literario para que desesperemos una semana más por ver como continúa la trama en la que nos dejaste en el capítulo anterior :D ¡Gracias Juanra!
A ver, mi primer imprescindible va a ser Ángeles, a ella le tengo que dar mi voto sin duda. Y como me quedan dos voy a elegir por una parte a Nerine, que se ha auto definido como personaje malvado y creo que eso puede dar mucho juego literario, y un tercero sería Juan Miguel. Me decanto por JuanMi, que me parece que va a ser un superviviente nato, de esos que se escapan de cualquier situación, y además que ha sido elegido líder por vox populi.
Este capítulo tiene menos acción trepidante que el anterior, que nos dejó a todos con el alma en vilo, pero tiene mucho suspense y emoción de otra clase.
La escena de JuanMiguel con los caballos es estupenda, y él muy valiente. La parte de Nacho también me ha gustado mucho. Y Carlos es un cachito de pan, y Montse muy valerosa.
Además, con los diálogos y los pensamientos de los personajes éstos van poco a poco quedando más perfilados, y eso es muy interesante y hace que los lectores nos impliquemos más en la historia.
Mi primer imprescindible es Holden, y que conste que no es por devolverle el detalle, sino porque me parece un personaje muy interesante.
El segundo es Nerine, porque creo que es una especie de contrapeso respecto a los demás personajes.
Y el tercero no lo tengo claro, porque todos tienen algo especial, algo que los hace únicos, así que he recurrido al azar y el azar ha dicho que Nacho. Sea pues.
Se quite nerine tiene un peso en esta historia, pero..... Es que no puedo con ella!! Jajjaajja maldita sea nerine! Dale el doxma a holden antes de que empiece a menear la cabeza y tirar espuma por la boca !!!o mejor no se lo des y que llegue Nacho con dos cajas llenas de doxma para todos!!! jajjaajja
Buenísimo este capítulo, JuanRa, muy descriptiva la escena de Juan Miguel y los caballos, así como la parte en la que aparece en la caravana, bate en mano ¡ay, menudo susto me ha dado! y la escena cuando Carlos me deja sola, muy emotiva.
Está bien que hayas aclarado a Roquito el tema del móvil, el relato a tiempo pasado y tiempo actual ahora queda mucho más claro. Y en este capítulo también los personajes van quedando más definidos, así nos vamos a ir cogiendo cariño y va a sernos más difícil elegir o prescindir de los compañeros ¡anda que no eres malo tú ni ná!
Bueno, pues a mi el personaje de Nerine me parece muy interesante, pero como ya tiene votos, me inclino por Anasister, una chica valiente porque necesitamos un personaje femenino fuerte y decidido. Me gusta Holden y por descontado nuestro líder, pero ese gesto de cariño de Carlos me ha emocionado mucho y es mi valiente compañero, así que voto por él y en tercer lugar opto por Nacho, creo que sabe más de lo que parece y es un personaje clave en la historia.
¿Y Tomás, qué pasa con Tomás?
Otra vez nos dejas con la intriga :)
Besitos.
A ver, a petición del guionista voy a empezar por los personajes imprescindibles. Mi favorito hasta el momento es Holden, está dando y parece que va a dar mucho juego, además es el que mejor armado va, me refiero al hacha, me dio cosa que le mordieran tan pronto, pero bueno, JuanRa tendrá sus motivos, entre tanto zombie es uno de los riesgos que corremos en esta historia.
Aunque sea un poco tocapelotas, jeje , creo que a Roquito hay que darle una oportunidad, quizás en el próximo capítulo deberías darle algún susto, pero no como venganza, eh?, sino por darle más vidilla a las historia.
Y respetando las reglas el juego, creo Juan Miguel debe seguir, ya que es el líder, a ver hasta dónde llega con la bici...
JuanRa, cada día disfruto más de esta historia, me encanta como describes a cada personaje y cada situación, gracias por estos momentos.
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Me encanta ese almacén seguro en el que se encuentra Nacho.¿por qué no nos vamos todos ahí? Jajaja . Bueno, difícil decisión ésta. Pienso que Holden merece ese puesto de imprescindible, pero como tiene muchos votos ,al igual que Nerine, me decanto por mi Ana sister, AB y Roquito o Montse. ...no sé. ..me gusta Montse pero Roquito lleva mucho conmigo en la historia. ..pues esos tres .FRAN.
Con cada nueva entrega la atmósfera se hace mas y mas terrorífica, me han impactado algunas escenas, la del coche y la familia zombie la primera, que crueldad la del virus. La del jinete arrastrado también me ha puesto los pelos de punta.
Me ha gustado mucho la observación de Roquito 78 y tu aclaración.
Creo que los personajes mas imprescindibles son los que tienen mayor peso, ya sea porque saben algo mas que el resto o por su habilidad para sobrevivir o por su forma de ser, así que teniendo en cuenta eso, creo que los personajes mas imprescindibles son Juan Miguel, Nerine, Nacho y Maria José, aunque el resto aportan mucho a la historia, así por el lado de la sensibilidad escogería a Carlos y Montse, y por ejemplo.
Saludos
:D
Madre mía que lío, Juan no se como te aclaras, la observación de estar escrita en pasado yo ya me había fijado, pues dije en mi anterior comentario que hay que leer bien despacito, jejeje.
My three votes are:
Ana sister por su inquietud y sus decisiones tomadas hasta el momento.
Holden por ser el que da leña en la historia.
Juan Miguel por su mejora de aptitud y personaje en cada capítulo.
Pdta. (nadie ha dicho que no nos podemos votar a nosotros mismos, ¿no?)
A.B
No me explayo que me persigue unos zombis (marcho a darles candela fina)
Los elegidos son:
- Anasister
- Roquito.
- Nacho.
y también elijo a : Nerine, Fran, Montse, Angeles, Holden, Carlos, Maria Jose,Pepi, Tomas, Juan Miguel y Ana bohemia( resucitadla JuanRa ,¿qué clase de diablo eres?)
Saludos Zombis weeee weeee!
Hola JuanRa,
Vengo del blog de Holden. Acabo de leer tu relato y me ha gustado mucho. Así que te sigo desde ya!
Un saludo!
ANASISTER
A ver...este es mi tercer intento de voto y se me ha ido ya toda la inspiración.
Juan...me ha encantado..consigues meternos de lleno en la historia con todo lo que eso supone...la parte de JuanMi me ha encantado!!
Votaría a Holden porque quiero que sobreviva a su ataque zombie...pero como mis queridos compañeros de esta historia ya lo han requetevotado, me decanto por los míos..la sangre no solo llama a los zombies, sino que también tira mucho. Así que mis votos son para mi Pepi, que para eso se levanta día a día a mi lado en esta historia y aguanta como una javata a pesar de haber perdido a su Tomás,que por cierto, ya toca saber de él. A Fran, que para algo es mi hermano y me andaba buscando, y a mi queridísima AB que estoy convencida de que le va a dar mucha chispa a esta historia. Y a todo esto Juan...que pretendes hacer con estas votaciones? me das un miedo....
y MUCHAS GRACIAS A LOS QUE ME HABEIS VOTADO. ESPERO ESTAR A LA ALTURA. Juan, no nos los decepciones.
PD. Ya sé que Tomás también es mi hermano, pero como no nos lee no se enterará..
Tomás:
Procedo a votar mis tres favoritos:
Pepi, en primer lugar..
Ana sister en segundo
y.... Holden en tercer lugar.
Mis votos son para:
Tomás
Fran
Anasister
I actually like Fran, Holden and, of course, Nerine!! I'm very excited about their storylines.
Hola, pues como no quiero repetirme directamente votaré a mis tres imprescindibles que son:
Nacho
Juan Miguel y
Nerine
Solo decirte Juan que me encanta este apocalipsis zombie
Bien, este capítulo es de transición y sirve para relajarnos en su mayor parte. Me encanta la sensación de seguridad que transmite la nave industrial en la que Nacho ha asentado su refugio con su pasillo de ronda elevado y me he sentido muy a gustito con el fuego que ha conseguido encender Juan Miguel en la casa abandonada (supongo que así te sentías tú en tu exploración de el pueblo abandonado al que fuiste a estudiar).
Mis imprescindibles son:
Juan Miguel o Holden para liderar el grupo.
Nacho porque aporta serenidad y conocimientos biológicos.
Ángeles o Montse para aportarle a esto humanidad, que si no la vamos a perder ante tanta carnicería. Brrrrr!
carlos
Juan Miguel:
Una vez más celebro que te esté gustando tanto, señor líder. Desde luego, tengo que ponerte a construir ese pedazo de arma de dientes de hierro lo más pronto posible ¡Y que usted la hunda en muchas cabezas podridas!
Holden :
Te diría que lo de dejar las tramas en suspense es un truco literario, pero qué porras, reconozco que es más por pura maldad, por mi naturaleza diabólica, muahjajajaja.
Quedan contabilizados tus bien explicados votos. Gracias, Holden.
Ángeles :
De alma en vilo se ha pasado a calma en filo, ¿eh? :p
Me doy cuenta, al decirme que Carlos es un chacho de pan, de que a todos os veo unos benditos, que no me sale crear personajes malos. Como os tengo presentes a vosotros realmente, hasta me va a costar que Nerine sea la villana. Y eso que los malos también molan. ¿No votas a Nerine precisamente por eso? :)
Roquito78:
Asi que no puedes con Nerine, ¿eh? Pues eso me puede servir para enfrentaros en la historia mucho más, jejeje
Montse:
Te he imaginado pasando nervios en esa escena en que oyes que alguien se acerca. ¿No es curioso que personaje y persona os unáis y sintáis lo mismo? :p
Tienes mucha razón en lo de que nos vamos a ir cogiendo cariño. Solo falta Ana Bohemia y ya la echo de menos. Y pensar que a la fuerza han de dejarnos otros…
Venga, vamos a ver qué pasa con Tomás :)
Nacho :
Muy bien, muy aplicado en tus tareas, Nacho. El guionista queda contento y anota a tus imprescindibles.
Espero que sigas disfrutando, así que para eso mejor aléjate de los apestados, juojuo
PD. ¿No sería mejor que te quedaras en ese almacén? :p
Gracias a ti.
Fran:
Bien, computados tus votos.
PD. ¿El almacén es el lugar donde se guardan las almas? Razone su respuesta
Nefertiti Munguia Triana:
Muchas gracias, Nefertiti. Encantado de que así sea. Aquí te esperamos, vivos y muertos :p
Ana Bohemia :
¡Y tan cruel el virus! Y muy maleducado, que ni da las buenas tardes al entrar ni nada :p
A mí también me ha gustado tu explicación sobre los imprescindibles, pero al final me has dejado el nombre de 6, y solo pueden ser 3.
¿Vuelves a votar, por favor?
¡Gracias!
Juan Miguel :
No, nada dije de no votaros a vosotros mismos. Anoto tu decisión.
A.B. :
¿Resucitar a Ana Bohemia? Sabes que si lo hago igual te sale por detrás cuando te estés comiendo una naranja y te pela viva. Mejor la dejamos, ¿no? :p
Éowyn :
¡Hola, Éowyn! Mil gracias a ti. Y a Holden, por ese camino que ha abierto de su blog al mio y que me ha permitido recibir muchas visitas :)
¡Hasta pronto!
ANASISTER:
Muy bueno eso de que la sangre tira mucho (y no solo a los zombis)
Y más bueno eso de dejarte a Tomás, pero como no nos lee, no pasa nada, jaja.
¿Y si hago un examen sorpresa con preguntas sobre la historia? Tendria que sentarse cerca de Pepi para copiarse, ¿no?
Creo que te has olido que esto es para algo serio, y efectivamente, así es.
Tomás:
Voy a escribirlo en los anales de la historia zombi. El 8 de marzo de 2016, ¡Tomás dejó su primer comentario! ¡Tres Hurras por él! Hip, hip…
Gracias, Pepi , igual no son los imprescindibles, pero son tus imprescindibles. Eso también es muy válido :)
Gracias, Nerine :
Ready to keep the new chapter in your folder? ;)
maría josé olalla
Gracias, calabaza.
Yo también lo pienso: nadie desea un apocalipsis zombi, pero contigo, con vosotros, este mola mil :D
Carlos:
Vaya, cómo te acuerdas de aquel post antiguo, el de El Almorquí. En aquel entonces no pensaba yo en zombis. Y menos mal, porque podría haberme dado canguelo estar solo.
Necesito que votes de nuevo, porque son solo tres los que has de elegir, (o no me saldrán las cuentas a fin de mes :D)
Me voy arriesgar confiando en la suerte de Ángeles porque hay que salvar a Montse. Entonces elijo a:
Juan Miguel, Nacho y Montse.
carlos
Muy bien, Carlos, ¿y si la suerte ésa en la confías no me acompaña?
Cuando un zombi me coma ¿podrás con el peso de tu conciencia? ¿Eh?
Oyeeee! ¿y mi peso en la conciencia después de dejar tullida a Montse, qué? Además Montse cocina que da gusto y tú...no sé, no sé...
carlos
A ver guionista, si tú lo crees necesario me quedo en el almacén, la verdad es que no me importa, ya es que es un sitio muy seguro y muy tranquilo, pero necesito compañía... llevo mucho tiempo solo, jeje que venga alguien a visitarme y que se quede algún día, no? Igual alguno de los nuestros necesita algo de lo que tengo en el almacén…
A.B
Perdona ,jamás pensaria que A Bohemia fuera a atacarme...en todo caso a Carlos, que se siente culpable,! jajajajaja.Las naranjas se las comió Nerine la Valenciana!
Ángeles y Carlos:
Yo en cosas entre ángeles y arcángeles... mejor no me meto :p
Nacho:
Nada, de quedarte en el almacén ni pensarlo, ¡arreando p'al sur! Solo quedáis Maria José y tú en los Madriles. Ahora toca desplazaros en el espacio y el tiempo para juntaros con el grupo.
¡Buen viaje! (que ya intuyo accidentado)
A.B. :
No quiero ni pensar en cómo sería la historia si la guionista fueras tú. Te veo cortando cabezas al ritmo de Paquito Chocolatero xDD
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